miércoles, 3 de diciembre de 2008

El sentimiento es el resultado de una emoción, a través del cual, el consciente tiene acceso al estado anímico propio. El cauce por el cual se solventa puede ser físico y/o Espiritual. Forma parte de la dinámica cerebral del hombre y los animales, que le capacita para reaccionar a los eventos de la vida diaria.

Los sentimientos son polarizaciones que hace nuestra mente de los hechos, y que dan forma a la felicidad. Su origen es el resultado del movimiento de las cargas emocionales a las cuales nuestra mente se ve sometida por la variación del medio. La mente establece el objetivo y los hechos fomentan o contrarrestan su consecución y preservación. La variación del estado preferente que hace la mente del objetivo, induce en ella el sentimiento que la motiva a actuar.

No es posible evitar que sucedan y están regidos por las leyes que gobiernan el funcionamiento energético del cerebro. Inhibir un sentimiento equivale a fomentar un anhelo, postergar un anhelo fomenta una frustración o una vehemencia. Los sentimientos necesitan de una razón o cauce para ser satisfechos y hacernos sentir equilibrados.

Dado que todos los individuos manifestamos los mismos sentimientos en diferentes situaciones, se puede decir que nunca hay dos situaciones iguales ni dos personas que manifiesten exactamente la misma intensidad del sentimiento desencadenado por un evento común a ellos. Ante esta evidencia, se puede afirmar sin temor a equivocarse que el ser humano es distinto, entre sus propios congéneres, en su forma de motivarse y que las personas responden de manera diferente a los sentimientos ajenos, algunas veces fomentando la carga y otras contrarrestándola.

La moral nos marca una pauta de como reaccionar ante un sentimiento. Es lo que acabará dictandonos que hacer, si satisfacerlos o inhibirlos, basada en la imagen moral que damos al resto de personas. Cuando decidimos inhibirlos puede ser de forma temporal o radical, pero lo verdaderamente importante es encontrar la vía de solución que nos libere de la carga. Es la única manera que nos permitirá actuar responsablemente con los sentimientos, tanto en palabras como en acciones.

Esta es una manera de aprender a respetarse a sí mismo y a respetar a otros. El sentimiento obedece al campo espiritual de la persona, en caso contrario la reacción ante el estímulo sería la consecuencia lógica: Su satisfacción inmediata. No existe otra manera de someter el sentimiento a nuestra voluntad, y aun así, las consecuencias no siempre son como esperábamos, ya que las cognificaciones pertenecen a otro campo distinto: al racional. La interrelación entre los campos espirituales y racionales marcan nuestros actos en el campo físico. Usando adecuadamente las facultades mentales, encontraremos siempre el cauce apropiado que satisfará nuestros sentimientos.

Es muy difícil actuar responsablemente cuando las acciones son el resultado de la vehemencia. Por el contrario, los sentimientos enriquecen y fomentan la satisfacción del ser, dejando más claridad para poder entender nuestra felicidad, necesario para encontrar sentido a la vida. Muchas veces los mitos y las afirmaciones inconsecuentes complican los sentimientos, empujando al anhelo vehemente y en consecuencia a actuar irreflexivamente. Pero el sentimiento siempre es irracional e irreflexivo por ser simétrico a la razón. No debemos olvidar que los anhelos y aspiraciones pertenecen al campo espiritual y que la forma de alentarnos es el sentimiento. Mientras que la imagen e idea aportan la simetría necesaria fruto del uso de las facultades mentales, motivándonos a buscar en lo físico el marco ideal que encaje lo mejor posible en el acto físico.

Franco de Vita

La Punta


La Punta lugar que emite sentimientos y relajación.